EL LÍDER Y SU INFLUENCIA EN LA FORMULACIÓN Y EJECUCIÓN DE UN PLAN
La planificación es un proceso que implica una forma de acción social
intencional y reflexiva (Matus 1987). Por tanto, la elaboración y ejecución de
un plan refleja la visión personal de quien lo formula, la cual está enmarcada,
a su vez, en un referente ideológico y filosófico que la configura. Es decir,
quien planifica lo hace desde una concepción determinada de cómo debe hacerse
y, obviamente, con una finalidad bien definida. En consecuencia, un plan es el
producto del estilo, aptitudes y rasgos de un planificador, así como de una
concepción ideológica o filosófica mayor en la cual él está inmerso.
En tal sentido, son dos las variables, entre otras, que afectan la toma de
decisión en la planificación. El planificador, con su intencionalidad y
racionalidad, y las bases filosóficas o ideológicas que sustentan el modelo de
planificación electo.
Ahora bien, el planificador, visto como el líder que propone una serie de
acciones en función de un fin específico, no solo requiere de un equipo de
trabajo – dada la complejidad del proceso de planificación- sino que también de
los rasgos necesarios que impulsen el desarrollo y cumplimiento del plan.
Entendiendo que su estilo como gerente, carácter, personalidad, aptitudes y
actitudes no solo influyen en el tipo de plan a desarrollar sino también en la
ejecución del mismo.
*** Lecturas recomendadas: Liderazgo y cohesión grupal para el alto rendimiento de tu equipo
Al respecto Castellanos (1995) plantea que “los planificadores, por su parte, deben estar mejor entrenados en técnicas de planificación, difusión y promoción, dinámicas de equipos, organización, liderazgo y oratoria, de manera de construir la viabilidad de lo que se plantea como planificación deseada”.
Así mismo, la complejidad del proceso de planificación requiere de la
participación de un conjunto de actores que dinamicen, en sus diversas
instancias, la realización de la misma. Según castellanos (1991) la práctica de
la planificación tiene que apoyarse fundamentalmente en un trabajo de equipo
con las siguientes características:
- Interdisciplinariedad: debe
integrar la mayoría de los conocimientos relativos al tema, más que
interdisciplinario que posea un nivel deseable de los conocimientos
pertinentes.
- Equipos pequeños: son más
funcionales e implican menor costo y mayor coordinación.
- Coordinación: es uno de los
requisitos centrales de la planificación, y exige que los responsables
puedan desempeñarse en diferentes funciones.
- Disponer de los recursos
necesarios: contar oportunamente con instalaciones, equipos y
personal que permitan garantizar el cumplimiento efectivo de lo esperado.
- Mantener un ambiente armónico:
el contexto institucional tendría que propiciar relaciones que aprovechen
las oportunidades para hacer positivo y construir relaciones productivas.
- Interesarse por la superación:
incorporar mecanismos de renovación como charlas, actualizaciones, visitas
especializadas, asesorías externas, suscripciones a publicaciones y sobre
todo la autocrítica periódica y sincera.
Ahora bien, toda planificación requiere de un modelo y una metodología que
permita traducir en acciones concretas la intención del sujeto planificador. La
selección del mismo estará en consonancia con el referente ideológico de quien
lidere el proceso. Esto se debe, en parte, a que los modelos de
planificación obedecen a enfoques filosóficos específicos que los sustentan e
imprimen un matiz determinado y con el cual los actores planificadores tendrán
o no afinidad.
*** Lecturas recomendadas: Técnica del grupo nominal
Partiendo de esta idea, la acción planificadora puede responder a
diferentes enfoques filosóficos, de los cuales podemos resaltar:
El estructuralismo, el cual plantea la decodificación de
una cultura mediante la interpretación de sus símbolos y signos. Lo que
implica, en cuanto a la planificación, asumir a los diferentes actores
sociales tomando en cuenta sus propios valores, los cuales se evidencian
mediante su lenguaje. Estos permiten la comprensión de las diversas situaciones
socioculturales en las que está inmerso el sujeto planificador para que de esta
manera lo planificado no esté desfasado de dicha realidad.
El idealismo, enfoque que toma la idea
como primer paso y le da supremacía sobre lo material. Se aplica a la
planificación en tanto y en cuanto el sujeto planificador se queda en el plano
de lo ideal, de lo teórico, asumiendo que su percepción o visión sobre un
fenómeno particular es única y suficiente. Desde esta perspectiva predomina el
“deber ser” sobre cualquier posibilidad real de acción planeada.
Desde el punto de vista materialista, la idea debe estar
acorde con la realidad, es decir, al abordar la problemática, por la cual se va
a planificar, quien lo hace debe plantearse obtener resultados factibles , que
se traduzcan, según Marx, en mejores relaciones de producción y fuerzas
productivas.
Partiendo del pragmatismo, al planificar hay
que ver el “todo”, separando lo bueno y lo malo que forman parte del sistema y
enfocándonos, en el mundo real objetivo. Desde este punto de vista importan
solo aquellos factores y actores que sean útiles al logro del objetivo
planteado en una planificación.
A partir de los planteamientos antes mencionadas podemos destacar la
importancia que tiene el conocimiento de dichas concepciones en la
praxis planeadora. Ya que en toda planificación subyace un marco ideológico o
filosófico que se manifiesta en los valores característicos de una institución,
los cuales constituyen una guía de conducta, en ocasiones implícita u oculta,
que regirá, mediante la acción y reflexión de un líder o sujeto planificador,
la operatividad de lo planeado.
Lcdo. Daniel Gutiérrez y Lcda. Natalia Labrador Morón
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
- GARCIA y Hernández,
PLANIFICACION EDUCATIVA; Universidad Nacional Abierta. 1999
- http://es.wikipedia.org/wiki/Idealismo
- http://es.wikipedia.org/wiki/Materialismo_filos%C3%B3fico
- http://www.virtual.unal.edu.co/cursos/sedes/manizales/4010014/Contenidos/Capitulo1/Pages/1.3/135Filosofia_planeacion.htm