El VALOR del EJEMPLO para EDUCAR en VALORES

MODELAR VALORES ES ENSEÑAR VALORES

(Revisado y actualizado en Junio de 2021)

Mostrando libertad

El mundo de hoy representa un desafío crucial para la educación. El auge desmedido de la violencia y la criminalidad; el alto índice de embarazos precoces; la banalización del sexo y recrudecimiento de la pornografía; el acelerado avance de la tecnología y el grosero incremento de los medios de comunicación como instrumentos de manipulación y perversión; la actual pandemia por covid-19 y los cambios que de ella se desprenden para sumergirnos en un mundo denominado "mundo postpandemia", entre otras cosas, hacen necesario un replanteamiento de nuestro sistema escolar y una profunda revisión de cómo estamos abordando la educación de nuestros hijos.


En tal sentido, la muy difundida educación en valores cobra en la actualidad mayor relevancia y vigencia, ya que una educación centrada en lo académico poco podrá aportar -en el actual contexto social- para hacer de este mundo un lugar más habitable, es decir, más justo, pacífico y humano. Sin embargo, una educación en valores que no trasciende la retórica de cientos de escritos y conferencias, sin terminar de producir los tan anhelado frutos que ostenta ; sin que se traduzca en estilos de vida social, ética y afectivamente sanos, sólo lograría agudizar la problemática.


Por tanto, hay que recalcar que la educación en valores implica la ineludible y necesaria vivencia de los mismos. Por mucha didáctica que se aplique en el salón de clases, por muchas parábolas que se lean y por muchas carteleras que se elaboren para resaltar los valores y canalizar al niño, niña y adolescente en la experiencia de vivirlos, los resultados que se obtengan serán ínfimos si no se modela dicho estilo de vida. Si no hay modelos positivos a seguir poco o nada se podrá lograr al respecto y la educación en valores no pasará de ser una propuesta utópica, en el mejor de los casos.


Tal y como lo menciona Giovanna Leal Borges (2003), así como un buen libro se escribe letra a letra, una enorme catedral se construye ladrillo tras ladrillo, la vida de un frondoso árbol comienza de una simple semilla, un mundo de paz y amor será el resultado de los pequeños gestos y actitudes de cada individuo.


Educar en valores requiere de modelaje mucho más que de cualquier otra cosa. Es en el quehacer diario, durante cada jornada escolar, en el roce cotidiano con los alumnos y alumnas, en clases de matemáticas o lengua, durante el recreo o en el compartir de fin de año cuando realmente se educa en valores. La mejor estrategia didáctica, la metodología más efectiva, el mejor recurso para enseñar la honestidad, por ejemplo, es modelarla.


En este sentido, la educación en valores trasciende con creces el aula o ámbito meramente escolar y, por tanto, la labor pedagógica del docente traspasa cualquier límite y deber institucional. Se extiende a cada faceta y momento de su vida. De allí la necesidad de maestros y profesores que enseñen más con el ejemplo que con la tiza.


Sin embargo, la tarea no es única y exclusivamente del docente. Todos educamos con nuestro ejemplo y estilo de vida. Más trasmite nuestra forma de ser que nuestra habilidad para decir; enseña más lo que somos que lo que hablamos. Es por eso que, junto al docente, el papel de los padres y madres en el proceso de inculcar valores a nuestros niños y niñas es fundamental.


En realidad son los padres y las madres los primeros educadores y los principales responsables de la educación de sus hijos. Por lo tanto, es urgente que se concrete la integración familia-escuela. Es prioritario el acercamiento, la cooperación y complementación de todos los actores responsables del proceso de educación escolar, pero sobre todo de docentes, padres e hijos.


Educar en valores no es una receta mágica. Es más una labor titánica que requiere del esfuerzo y la participación de todos. Si no la asumimos, de ninguna manera lograremos formar a las futuras generaciones para la construcción de un mundo mejor; esto sería una especie de eutanasia colectiva. Algo inconcebible para los verdaderos educadores, los que día tras día trabajan para forjar un mejor mañana. Educar también es  tener y dar esperanza. La esperanza que gracias a esos maestros y maestras de corazón nunca se perderá. 


Autor: Daniel Gutiérrez


Bibliografía:

- Leal G. (2004) Educar en Valores II. Dinámicas de grupo para el crecimiento y la integración. Editorial Sb. Buenos aires

- Pérez A. (2010) Los Padres. Primeros y Principales Educadores de los Hijos. San Pablo. Caracas.


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